El valle de Barrosa tiene la capacidad de transportarnos muy al norte, a esos bosques de coníferas cercanos al círculo polar. Este rincón entre montañas de 3000 metros tremendamente nos hará pasar un magnífico día de raquetas de nieve, la guinda del pastel la ofrece su refugio, situado en la cabecera del valle, donde podremos …
Durante el invierno, esta “montañita” de 2000m de altitud, se vuelve un mirador excepcional de las grandes montañas del Valle de Tena y el macizo del Monte Perdido. Una cómoda ascensión para cualquier persona con cierta costumbre de hacer ejercicio que en la cumbre nos deparará una gran sorpresa.
Durante el invierno, los hayedos y abetales de Ordesa se duermen, mostrando un silencio sobrecogedor. La tranquilidad que se respira en el Parque Nacional, tanto en los Llanos de Lalarri, como en la mismísima cascada del Estrecho, nos harán enamorarnos de este rincón cuando los protagonistas son el hielo y la nieve.
El ibón de Piedrafita es tan accesible como hermoso, un recorrido familiar, que se vuelve más exigente si ascendemos hasta el Arco de Piedrafita, donde accederemos hasta este lago glaciar, congelado durante el invierno bajo la espectacular cara norte de Peña Telera.
La parte más alta del Valle de Tena ofrece multitud de recorridos para todos los grupos, donde disfrutar de la nieve entre algunos de los gigantes del Pirineo, como el Midi d’Ossau, el hermoso Anayet o el gigante Balaitous… nombres propios del pirineismo que observaremos en su faceta invernal, la más inaccesible.
Recorrido para todos los públicos, que nos adentra en un precioso bosque de pino negro, donde descubriremos el hogar del Urogallo así como la gran panorámica que ofrece esta zona sobre las grandes montañas del valle del río Aragón.
