Hace decenas de miles de años, muy poco a poco, el gran glaciar del Ara excavó la oquedad por la que hoy en día discurre la cascada de Sorrosal. Una vertiginosa pared de cien metros de altura, dibujada con mucho arte por las rocas turbiditas.
Hace ya unos años, a los guías locales de Broto se les ocurrió la idea de crear una vía ferrata que ascendiera la cascada, para así promocionar el turismo activo en el pueblo. El ayuntamiento financió la obra y así surgió esta asombrosa escalada equipada que hoy en día disfrutamos.
Comenzamos ascendiendo la margen derecha de la cascada, con tramos por lo que se trepan escaleras y pequeños resaltes rocosos, cogiendo altura rápidamente. Una vertiginosa travesía nos coloca sobre la faja que nos conducirá a la plaza del pino, este tramo es el más refrescante durante el verano. desde la plaza parte la escalera más vertical de la actividad, de unos 20m de longitud, con unas vistas magníficas de la poza del barranco de Sorrosal. Una vez superada accedemos a la cueva (una conducción de agua para el riego de unos campos cercanos) y tras cruzar la ventana aparece ante nosotros el espectacular barranco de Sorrosal con sus tramos horizontales y su puente tibetano.
Terminamos la actividad recorriendo las fajas, muy soleadas y panorámicas, que sirven como guinda del pastel que es esta vía ferrata de nivel K3 (medio).
Cualquier persona con una pequeña costumbre de realizar actividad física puede disfrutar de esta «escalada equipada» a través de clavos, escaleras y un cable de línea de vida durante todo el recorrido. Es una actividad de media jornada que se puede combinar muy fácilmente con el barranco Furco o un paseo por Ordesa o Bujaruelo.
Salud y mucho monte.
